Por: Rafael Aguirre Cardoza*
Cuando faltan pocas horas para despedir al año 2020, vienen a mi memoria una serie de recuerdos que en su mayoría son muy gratos y otros no tanto.
Sin ninguna duda hace un año apenas estábamos deseosos de que el nuevo año, éste justamente, el año 2020, llegara para iniciar con él una travesía de trescientos sesenta y cinco días y cumplir todos los buenos propósitos que casi siempre hacemos cuando iniciamos un nuevo proyecto, dejaríamos atrás al año 2019 que para muchos no había sido un año del todo bueno sin imaginarnos que traería la llegada del nuevo año.
Fue un año lleno de emociones y muchas considero, pero también plagado de incertidumbres, temores y muchas horas de resguardo dentro de nuestras casas, para quienes así lo hicieron. En otros ámbitos muchas familias se consolidaron y otras en definitiva se terminaron de desintegrar, hasta estas fechas, todo es culpa de la pandemia por COVID 19, cuando realmente este problema de salud mundial solo fue el pretexto justificado para culpar al año 2020 de todas las malas experiencias que nos han ocurrido, ¿pero y lo bueno de este año?
Muchas personas ahora anhelan que este año, el 2020 ya termine, porque fue un año de lo peor, desastroso y que jamás nadie quiere recordar, pero contrario a eso yo opinaría que este año que pronto nos dirá adiós, fue un año lleno de muchas oportunidades, de muchas que ni por equivocación alguna vez nos imaginamos tener. En efecto, nos permitió conocer las bondades, humanismo y sentido social de una gran mayoría de personas, pero que también nos dejó de otras tantas un mal sabor de boca, la gran mayoría de las familias se han sabido integrar de una manera muy a la antigua, como cuando hasta el mínimo pretexto era suficiente para una reunión con nuestros padres, hermanos y demás familiares cercanos y no se necesitaba tener una cita o un buen motivo para una charla muy amena, productiva y llena de enseñanzas, esta vez hemos aprendido que si nos cuidamos en lo individual ayudaremos para que la sociedad en general no se enferme y eso es una gran contribución a la salud comunitaria y no el hecho infame de criticar a los demás cuando uno mismo no aporta nada para el crecimiento de una nación.
Seguramente este año ha servido para acercarnos a nuestros seres queridos, si, me refiero a aquellos que jamás recibían ni un mensaje de texto y ya no se diga una llamada telefónica, en esta ocasión incluso, nos hemos enterado que la familia ha crecido en número de miembros o que algunos de ellos concluyeron su estadía en esta vida.
Este año 2020 nos deja muchas buenas enseñanzas, en la trascendencia como seres humanos nos enseñó que es mejor dar que recibir, ya que por añadidura la recompensa es mayor, nos ha enseñado a extrañar no solo nuestro hogar cuando por necesidad tenemos que salir a trabajar o ausentarnos de él, si no también esos momentos en los que nos hemos dado cuenta que con nuestras ausencias se nos ha pasado el tiempo de manera banal sin apenas dedicarle un tiempo de calidad a quienes más nos necesitan. Hemos aprendido además que el dolor ajeno también es nuestro de alguna manera y nos dimos cuenta de esto precisamente cuando vimos el llanto o la desolación de alguna madre o algún padre o de otros miembros de una familia por la irreparable pérdida de un hijo o ser querido que no tuvo la oportunidad de ganarle la batalla a las enfermedades que lo aniquilaron.
Este año nos debió enseñar que la nobleza del corazón debe ser más poderosa que la idea mezquina de la soberbia y la indolente actitud ante nuestros semejantes. Este año 2020 que para muchos ya debe terminar y no recordarse jamás, debe ser despedido con honores, talvez mayores y con mucho sentimiento, por que estuvo con nosotros enfrentando todo el dolor de la humanidad, que con creces vio mermada la idea de seres intocables y no vulnerables a nada, fue un año que sufrió igual que muchos sufrieron y que a pesar de todo lo que la humanidad ya desea que se acabe, este año nos sigue dando la oportunidad de la reflexión y de agradecer por la salud, por la vida, por la entereza y por el buen deseo de esperar que el próximo año nuevo, el 2021 venga cargado de todo lo mejor para todos y que cualquiera que sea la ruta que cada uno decida tomar siempre nos acompañe como lo hizo su antecesor.
Gracias año 2020 por todas las enseñanzas que me hicieron crecer como persona y como ser humano, gracias por mi familia, por mis padres, por todo lo que no me permitiste perder y que al contrario gané y que me hace sentir muy satisfecho, gracias por mi trabajo, por mis logros, por todo lo que crecí durante tu estancia en mi vida, por aprender del dolor de la gente y hacerme mucho más humano ante estas adversidades, gracias por que hoy cuando todos quieren decirte hasta nunca, yo de manera agradecida te digo adiós. Gracias por todo.
*Dr. Rafael Aguirre Cardoza, Gastroenterólogo endoscopista.