Por: Rafael Aguirre Cardoza*
En estos días, como desde el inicio de la pandemia por COVID 19, todos hemos sido testigos de la abrupta y desmedida salida de sus casas de muchas personas que justificadas en quien sabe que argumentos, mencionan que la pandemia ya está prácticamente de salida y sin riesgos mayores.
La realidad es que como lo he expresado con anterioridad amables lectores, cada día que pasa, el personal de salud vemos con tristeza, desánimo y frustración como los hospitales se encuentran en su máxima capacidad al grado tal de tener la necesidad de habilitar otros espacios para seguir recibiendo a los enfermos de COVID 19 y seguir sacrificando a médicos, enfermeras y demás personal de salud por aquellos que haciendo caso omiso a todos los avisos que aperciben a la población de los riesgos de salir justo ahora en el pico máximo de la pandemia, por los altos índices de contagio, se niegan a creer que esto pueda ser posible y han hecho lo que han querido, por que dicen tienen derecho para hacerlo.
Pero, que decir de lo que para muchos significa “La Nueva Normalidad”, esto es un término que cada persona interpreta a su manera y lo pone en práctica como mejor le conviene. Yo esperaría que la nueva normalidad pudiera traer un cambio radical de hábitos y costumbres, con una sociedad más propositiva y dinámica en los aspectos positivos y no llegar a esa nueva normalidad con los viejos vicios, con las malas costumbres y por consecuencia esto se traduciría en continuar igual que antes de esta gran pandemia que muchos estragos ha causado al mundo y a nuestra sociedad en particular, de nada habrían valido tantas muertes de la sociedad, del personal de salud que día a día sigue exponiendo su salud y su vida por todos aquellos que escudados en la inconciencia, asumen que la nueva normalidad es lo mismo que antes pero ahora después de la pandemia.
La nueva normalidad debería ser encontrarnos a las personas que como hace algunas décadas saludara a todos aún sin conocerlos, cediera en la vía pública el paso y el asiento del autobús a los adultos mayores, a las mujeres embarazadas y a las personas con alguna discapacidad, sería tratar con taxistas amables que entiendan que si durante la pandemia por COVID 19 fue escaso el trabajo y muchos deseaban que algún pasajero solicitara sus servicios cuando todo vuelva a la nueva normalidad no asuman la misma actitud de primero interrogar al pasajero de cuál es su destino para al final decirle …ya no me da tiempo, por que tengo que ir por otra ruta. Sería ver a los automovilistas conducir como personas civilizadas, sin prisas ni malos modos y mucho menos utilizar el claxon como medida represiva y recordarle su 10 de mayo a todo aquel que se le cruza en su camino. La nueva normalidad tendría que ser más que seguir utilizando alcohol en gel para el aseo de las manos o el cubrebocas por que de no usarlo la autoridad enérgicamente tendría que aplicarle una multa que hasta ahora me sigo preguntando cómo es que obligarían a los ciudadanos a pagarla, sería no continuar acudiendo a las ventas nocturnas presenciales que solo concentran a miles de personas que se arremolinan por las “ofertas” inigualables en fecha conmemorativas adquiriendo productos que no son de primera necesidad y que solo lastiman como en antaño los bolsillos de por si ya mermados por lo que fue y ha sido la pandemia que estamos viviendo.
La nueva normalidad tendría que traer por consecuencia cambios de actitudes y de objetivos en la clase política que cada día se empeña más en la crítica voraz y mezquina a los gobiernos en turno, que dicho sea de paso tampoco hacen gran cosa por evitar ser carne de cañón para que esto no ocurra.
En fin, la nueva normalidad tendría que traer consigo no solo la promesa de ser diferentes o de tener buenos propósitos como cuando se recibe un nuevo año, tendríamos que cumplir nuestra palabra empeñada cuando nos vimos más vulnerables durante la pandemia por COVID 19 de ser verdaderamente personas con mejores valores y obviamente mejores seres humanos con nosotros mismos y con nuestros semejantes.
Y usted¿cómo vive la nueva normalidad?
*Dr. GastroEnterólogo