Calavera literaria 2020

Por: Mario Evaristo González Méndez 

Ni cuenta nos dimos cómo

el “Todos Santos” llegó;

la nota un virus la dio

y el año se lo cargó.

Culparon a un pobre chino

que murciélago comió;

otros a un genio maligno

que a la catrina encaminó.

Entre versiones y rumores

la huesuda dejó dolores:

murieron ricos y pobres,

doctores y profesores.

Cansada de tanta chamba,

la muerte no baila samba,

tampoco quiso la bamba,

ni dulce de calabaza.

¡Paren ya su relajito!

¡denme ya un descansito!

trabajando parejito

se harán polvo mis huesitos.

Recibió la muerte un recado

con membrete del senado:

“Por recorte presupuestario,

su festejo es cancelado”.

Los diputados confirmaron:

“Como usted no es funcionario,

ni su trabajo es necesario,

la borramos del erario”.

Enfurecida la calavera

llegó a la mañanera,

expresó allí su querella;

Obrador la invitó a ser buena.

Sin saber qué hacer ni a dónde ir

a FRENAA se quiso unir,

y como no iba de casimir

no la quisieron recibir.

Por ayuda a Salinas fue a ver,

con Fox salió a comer,

a Felipe invitó a beber

incluso llamó a Elba Esther.

Ninguno le dio respuesta,

volvió al cementerio molesta:

“Mañana haré una protesta,

si no lanzaré una encuesta”.

En esos argüendes andaba

y el trabajo acumulaba;

pues el crimen avanzaba

mientras de virus se hablaba.

No han parado las ejecuciones

ni las desapariciones;

entre políticos y matones,

llenan fosas y panteones.

Así llegó el día de muertos,

en estos tiempos inciertos,

de luto hogares cubiertos,

corazones de pena yertos.

La muerte que ya andaba brava

lanzó la siguiente sentencia:

“No es mi culpa la violencia,

ni tampoco la pandemia.

¡Basta ya de su insolencia!
Culpa suya es la imprudencia”.

Querido lector, querida lectora:

nadie sabe lugar ni hora,

la muerte a nadie devora,

si el descuido no colabora.

Los fieles difuntos están por llegar,

con su ofrenda hay que esperar,

pero no hay que malgastar

ni comida desperdiciar;

recuerda que es tiempo de ahorrar,

compartir hay que procurar.